sábado, 18 de enero de 2014

El Juicio de Dios



En la Biblia leemos varios casos en los que Dios ordenó o causó la muerte de distintas personas. En el AT, Dios decidió terminar con la vida de ciertos pecadores porque sus pecados y sus maldades eran en extremo demasiadas. En los tiempos antiguos, es cierto que Dios juzgó directamente a diversas naciones: comenzó con el diluvio, porque "la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia" (Génesis 6:11). Posteriormente, juzgó a los Egipcios, a Sodoma y Gomorra, a los pueblos de nephilim, a Babilonia y a diversos ejércitos que sin razón hacían guerra contra los Israelitas. Todos estos ejemplos son sombra de las cosas que ocurrirán en el tiempo final. 


La Biblia enseña que los pecadores serán juzgados directamente por Dios:
"porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades" (Apocalipsis 18:5)

"La ira de Dios sobre los hijos de desobediencia" (Efesios 5:6)
La ira de Dios los apartó, no los mirará más" (Lamentaciones 4:16) 
Dios, como autor y sustentador de la vida, es el único que tiene el derecho de terminar con ella. Dios, como juez y legislador omnisciente, es el único que conoce la vida de los criminales (o pecadores) y sus crímenes a detalle y tiene todo el derecho de aplicar la pena capital. 

En el día del llamado "Juicio Final", quien deba ser castigado, será castigado, y quien deba ser declarado inocente, será declarado inocente. Ningún criminal quedará impune.
“está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreos 9:27). 
Si murieras hoy y Dios te juzgara en base a su ley, ¿serías hallado inocente o culpable?

“¿O acaso no sabes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No te dejes engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10)

“…los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:7-8)

La Biblia dice que todos hemos pecado y por eso merecemos la muerte (Rom.s 6:23; 

Ez. 18:20). No tenemos derecho de estar cerca de Dios (Romanos 3:23) 

porque el pecado (las maldades que hemos hecho) nos ha separado de Dios (Isaías 59:2-4) 

porque Dios es Santo, puro y en Él no hay tinieblas ni sombra de maldad ni suciedad (1 Juan 1:5).

Puesto que Dios es bueno, tal vez pienses que pasará por alto tus pecados. Sin embargo, precisamente porque Dios es bueno y es un Juez Justo (Salmos 7:11),

Él pagará a todos “conforme a sus obras” (Mateo 16:27). 

Y Jesús dijo que “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29). 

“El viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su fidelidad” (Salmos 96:13). 

Él “juzgará todos los secretos de los hombres” (Romanos 2:16) 

y “traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo” (Eclesiastés 12:14)

y “toda palabra vana que hablen los hombres” (Mateo 12:36). 

“…Sacará a la luz todas las cosas ocultas… y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones” (1 Corintios 4:5). 

“Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz” (Lucas 8:17)

La Biblia dice que aquellos que no conocieron a Dios y desobedecieron su mensaje, serán castigados “con eterna perdición”, excluidos para siempre de Su presencia (2 Tesalonicenses 1:7-9). 

Y en el Juicio, Él "enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen maldad; y los echarán en el horno de fuego..." (Mateo 13:41).